miércoles, 16 de abril de 2014

El abismo entre el mundo docente y el laboral

Hay un abismo entre el mundo docente y el mundo laboral que es preciso corregir. Si partimos de la premisa de que el fin último que se persigue con la educación es preparar a los alumnos para el mundo laboral, resulta paradójico que ambos mundos sean tan diferentes.

En el mundo docente prima el individualismo sobre el trabajo en equipo. Uno no saca buenas notas porque los demás compañeros le ayuden sino por su esfuerzo personal. Es cierto que también se realizan trabajos en equipo pero , en general, el valor de estos trabajos de cara a la calificación final suele ser insignificante. Sin embargo, en el mundo laboral es todo lo contrario. Normalmente, hay un objetivo común que todo el mundo comparte y es necesaria la cooperación de todo el mundo para conseguir dicho objetivo. De hecho, en el mundo laboral ser individualista se toma como algo negativo.

Otra de las diferencias más significativas es la importancia que se le da a la inteligencia emocional. Mientras que en el mundo laboral ésta es primordial para que los proyectos triunfen y para el éxito profesional, en el mundo docente se prima la inteligencia lógico-matemática. Hay muchos factores que influyen en que una empresa logre sus objetivos, no basta solo con que su personal esté capacitado para realizar el trabajo, también influye el clima de trabajo que haya, como se relacionen sus empleados, como se comuniquen entre ellos, como se tomen las decisiones, etc.

No es de extrañar entonces que haya gente con expedientes académicos brillantes que no despunten profesionalmente. De hecho, la mayoría de las grandes empresas a la hora de seleccionar candidatos realizan algún tipo de prueba que les permita ver la parte emocional del candidato: dinámicas de grupo, test psicológicos, entrevistas, etc.

Y si esto es así, ¿por qué no acercar un poquito ambos mundos? Por ejemplo, se podrían poner objetivos comunes a toda una clase de manera que todos los alumnos tuvieran que colaborar. Parte de la nota final de cada alumno vendría determinada por el trabajo de toda la clase. Es más, se podría generalizar este concepto a todo un curso e incluso a todo un centro. De esta manera estaríamos fomentando el trabajo en equipo. También se podría trabajar en el desarrollo de la inteligencia emocional de los alumnos, evaluando de alguna manera la forma en que un alumno interacciona con los demás miembros del aula, del curso o del centro. Esto es algo más complicado de evaluar ya que no está muy claro como se puede desarrollar la inteligencia emocional.

En definitiva, si queremos que las nuevas generaciones de estudiantes se adapten mejor al mundo laboral debemos empezar por tender puentes entre ambos mundos para que la transición de uno a otro sea lo menos abrupta posible.

viernes, 29 de noviembre de 2013

Actividades extraescolares, evidencia o no del fracaso de nuestro sistema educativo.


¿Os habéis preguntado alguna vez porque inscribimos a nuestros hijos en actividades extraescolares para que aprendan lo que no aprenden en el colegio? ¿No evidencia este hecho el fracaso de nuestro sistema educativo?


A pesar de que en primaria se imparten dos horas de música a la semana, si queremos que nuestros hijos aprendan a leer o a interpretar música nos vemos obligados a buscar dicha formación fuera de la enseñanza obligatoria. Algo falla cuando tras 6 años en primaria un alumno no es capaz de leer o interpretar una partitura.


Lo mismo pasa con la asignatura de educación física. ¿Para qué sirve realmente esta asignatura? ¿No sería más útil que en ella se enseñara a los niños a nadar o a montar en bicicleta? Al parecer, lo único que ha cambiado en esta asignatura desde mi infancia es el nombre de la misma. Ahora los profesores se enojan si la llamas gimnasia.

Pero el paradigma de la ineficiencia son los idiomas. Si de verdad quieres que tus hijos aprendan un idioma, matricúlales en una buena academia o contrata un profesor nativo. La enseñanza escolar en idiomas ha sido tradicionalmente tan nefasta que en algunos casos hemos tenido que desaprender lo aprendido porque nos lo enseñaron mal. Me refiero sobre todo a la pronunciación.  En este aspecto, parece que si se están dando algunos pasos en la buena dirección, me refiero al programa del bilingüismo en los colegios. En los colegios bilingües de la Comunidad de Madrid, por ejemplo, hay al menos una hora de clase a la semana con un profesor de apoyo nativo. Además, los profesores que imparten asignaturas en inglés tienen que tener una cierta acreditación en el idioma en el que la imparten que reconozca su dominio de la misma

Este fenómeno no para de crecer, la última de las asignaturas que se ha visto reflejada en el mundo de las actividades extraescolares es la de matemáticas. Se están expandiendo rápidamente los centros Kumon como solución a los problemas que nuestros hijos tienen con las matemáticas.

¿A qué se debe el éxito de tantas actividades extraescolares? ¿A  la falta de tiempo para estar con nuestros hijos? No creo, inscribir a nuestros hijos en una actividad extraescolar nos supone muchas veces tener que acompañarlos para llevarlos o traerlos. ¿Será para mejorar el bajo rendimiento de nuestros hijos en ciertas asignaturas para las que necesitan un apoyo extra? En algunos casos es así pero en otros los niños no tienen dificultades en el colegio y también participan en actividades extraescolares.

Personalmente creo que la proliferación de tantas actividades extraescolares son el resultado del descredito al que ha llegado nuestro sistema educativo y de la desconfianza que nos genera. Ni lo que se enseña a nuestros hijos en el colegio nos parece adecuado en un mundo tan competitivo como el actual ni la metodología con la que se enseña parece suficientemente buena a juzgar por los pésimos resultados que obtienen nuestros hijos en los informes PISA.

Si el sistema actual de enseñanza no es capaz de dar respuesta a nuestras necesidades resulta natural que busquemos la respuesta fuera del sistema.